DEJADEZ
Casi sin darme cuenta verdadera
dejé que el tiempo me abandonara de ti.
Toda oscuridad en tu cuerpo era justa,
justa tu voz, precisa: inexplicable el dolor
y la amenaza de mis labios.
No alcanzo a describir cuán fácilmente
el hambre muerde arrebatador,
como una espada sorprendida al borde de la tierra,
desorden de cristalinos labios
y de mortíferos caudales de espumas.